Los dequity funds están proliferando especialmente en Estados Unidos, donde la coyuntura macroeconómica ha provocado una curva de tipos mucho más tensionada que en Europa. La combinación de tipos de interés elevados y la presión por devolver capital a los inversores en mercados privados ha impulsado la innovación y la adopción de soluciones híbridas como los dequity funds en el mercado estadounidense.
En el contexto actual, los fondos de private equity se enfrentan a un reto: generar liquidez sin malvender activos. Aquí es donde surgen los dequity funds, una solución híbrida que está ganando protagonismo en la industria financiera.
Son vehículos que combinan deuda y equity en una misma estructura.
Por ejemplo, un fondo puede otorgar un 75-85% del capital como deuda (con intereses del 10-12%) y el resto en instrumentos convertibles en acciones o con participación en las ganancias futuras. Así, los inversores obtienen ingresos fijos y la opción de beneficiarse del crecimiento de la empresa.
Es legítimo preguntarse si la explosión de los dequity funds podría recordar a la dinámica de las hipotecas subprime que desencadenó la crisis financiera de 2008. Sin embargo, existen diferencias clave:
Riesgo y transparencia:
Las hipotecas subprime se caracterizaban por una asunción excesiva de riesgo y una opacidad en la titulización y distribución del mismo. Los dequity funds, por el contrario, son operaciones bilaterales, con análisis individualizados y estructuras híbridas que buscan equilibrar riesgo y retorno en empresas ya participadas por private equity.
Propósito:
Mientras las subprime impulsaron un crecimiento artificial del crédito a perfiles de alto riesgo, los dequity funds surgen como respuesta a una sequía de liquidez en el private equity, facilitando desinversiones ordenadas y evitando ventas forzadas en mercados adversos.